Los cambios climáticos negativos productos del calentamiento global, la deshumanización y falta de responsabilidad del hombre para con su planeta, el compromiso que tenemos para con las futuras generaciones y fundamentalmente el espíritu que nace de nosotros para hacer de nuestra casa un espacio para vivir dignamente, han permitido dar inicio a esta idea como parte de nuestro sentido de pertenencia al planeta.
La intención de encontrar calidad de vida, adquiere sentido cuanto iniciamos acciones claras y concretas para que a través de un proyecto podamos participar de manera directa en beneficio de la humanidad.
Inmersos en el presente nos olvidamos del futuro, inmersos en la cotidianidad, perdemos sentido y responsabilidad de nuestro comportamiento. Somos ciudadanos del planeta y nuestra responsabilidad ética trasciende los límites del sobrevivir para entender el significado y la representación de nuestras acciones.
Es hora de asumir con nombre propio acciones, es hora de salir de la intención a la acción, es hora de desarrollar la inteligencia espiritual, aquella que nos permite trascender, aquella que nos saca de la simple condición física y nos permite interpretarnos más allá de lo fáctico.